Motivaciones y Discursos


Ante Carmen Naranjo:

Gracias por la oportunidad de referirme  a ustedes sobre Carmen.

Pocas veces se tiene la oportunidad de conocer un personaje como Carmen Naranjo Coto y  además nuestra, nacida en Cartago,  pero también escritora latinoamericana y ciudadana del mundo.
 Embajadora en Israel,  Miembro de la Junta Directiva de la CCSS,  y  tuvo todos los premios  literarios existentes en Costa Rica. Premio Aquileo Echeverría en 1966 y 1971. Ministra de Cultura y  Premio MAGÓN de 1986. Premio Casa de las Américas,  Premio La Orden  ALFONSO X El Sabio, concedida por el gobierno Español en 1977, La Medalla Gabriela Mistral, concedida por el gobierno de Chile en 1996.
 La Universidad de Costa Rica le otorga el  título de Doctora Honoris Causa en el 2006 por su extraordinaria labor en el campo literario.  Premios y más premios y muchos más hasta hace unas semanas.

 Carmen trabajó para Naciones Unidas, para la Unicef, Carmen se decidió a hacer crecer  la cultura del país, en cada comunidad, en cada pueblo cuando fue Ministra de Cultura y lo logro.
Fue directora de la  Editorial Universitaria Centroamericana –EDUCA-  y  fue  cuando la conocí, “No deje el teatro y no deje la medicina” me dijo en esa oportunidad.
Carmen fue maestra de muchos y muchas escritoras jóvenes. Sus talleres literarios gratis  para los que quisieran escribir…

 Carmen fue modelo, Carmen fue irreverente, escritora, amiga fiel, maestra.
 Carmen mundana, terrestre y rebelde…
Carmen estudiosa, rigurosa, famosa,  accesible y  sencilla.
Si hay algo difícil en esta vida, es ser consecuente y coherente. Carmen lo fue. Eso es lo más importante. Carmen decía lo que pensaba y  lo que sentía, así sencillito, directo y la gran mayoría de las veces sin anestesia. Pero también con mucho amor.

 Y con todo lo famosa que es  a nivel internacional como escritora, era para ella  tan sencillo, reconocer el talento, las virtudes en  las otras personas y además,   decirlo, sin aspavientos, aterrizado… con toda espontaneidad que la caracterizó.  Mandada,  sin miedos, sin envidias, sin doble moral o doble discurso.
 Carmen abrió espacio para las mujeres de este país. Ella, como tantas otras,  fue escudo para que muchas de nosotras pudiéramos ser nosotras mismas, sin el escarnio de la sociedad o el dedo que apunta y señala.
Ella  también abrió campos para  que pudiéramos incursionar en la política y en la literatura y en el arte.

 La naturaleza, los animales, lo cotidiano  y lo mundano la seducían tanto como  uno de sus  libros preferidos, “El Quijote”.  Lo  sencillo y trivial de su vida en OLO,  la finca de café,  donde se asiló por  los últimos años de su vida, demuestran la sencillez y la grandeza de su alma.
 Carmen vivía  con lo más  sencillo e indispensable. Nada de lujos ni de grandes aspavientos. Sus libros, su cama,  y sus dos niñas consentidas, sus perritas, y las piedras que pintaba.  Eso sí, un mundo personal lleno visitantes,  de recuerdos, anécdotas,  metáforas, y rico en experiencias espirituales.
Decía en un ensayo que todos, en cierta forma y de distinta manera tenemos un Quijote adentro. Así es.
 Carmen abrazo su muerte con tal gozo y dignidad, que me sorprendí siempre de su entereza y su capacidad de aceptar la muerte tanto como la vida…  las dos caras de una misma moneda.
 Se entregó, como se entrega el día a la noche  o la noche al amanecer. Suave y dulcemente, sin hacer olas, o borrones en el papel. Sin miedo, con amor, con fe  y con esperanza.
 La anhelada paz, llegó en la madrugada del 4 de Enero del 2012.
 Simple y sencilla como ella escribió: “y yo con lo eterno por compromiso, encontré la sencilla puerta de la tierra redonda, desde la que Michú me ve, me acompaña, me espera”
Gracias por ser quien fuiste. Por alumbrar el camino de tantos  y tantas.  Ya  aprendiste a viajar sin equipaje.
 Querida amiga, que vueles muy alto y llegues a la paz.

Lisbeth Quesada Tristán


Lisbeth Quesada Tristán: Desde mi experiencia como defensora

DERECHOS HUMANOS

 Desde mi experiencia como defensora     
Con motivo de la elaboración de su último informe como Defensora de los Habitantes de la República, la Dra. Lisbeth Quesada Tristán comparte con nosotros el prólogo de los que este contendrá.
Por Unidad de Formación, Información y Comunicación UFIC-ANEP
PROLOGO.
A escasas semanas de terminar mi mandato como Defensora de los Habitantes y frente a la entrega del Cuarto Observatorio del Estado de los Derechos Humanos en el país, deseo compartir algunas reflexiones.
Hace muchos años, siendo estudiante de Medicina tuve acceso un texto llamado_ “La Costa Rica que no Conocemos”_ del Dr. Rodrigo Gutiérrez Sáenz, ex decano de dicha facultad. Mi gran sorpresa fue entonces descubrir un país, una población y un estado de la salud en Costa Rica que nada tenían que ver con mi experiencia personal como habitante, esto gracias al esfuerzo y trabajo de mis padres, para ofrecerme una realidad muy diferente, inclusive a la que ellos habían tenido acceso.

Hace cuatro años ofrecí mi nombre para el digno puesto de Defensora de los Habitantes. En ese momento, creí que mi lucha por la construcción de los cuidados paliativos para los pacientes en fase terminal y sus familias, si bien no suficiente, era una experiencia importante. Creo que no tenía una preclara idea de qué iba a enfrentar. Hoy mucho más consolidada, mucho más fuerte, y mucho más consciente, debo reconocer que en mi vida hay un antes y un después de la Defensoría de los Habitantes.

He aprendido, que aunque esta institución tiene sus limitaciones para la defensa de los derechos humanos de la población, se convierte en imparable cuando a la defensa de esos derechos se unen las comunidades organizadas, la voluntad popular, la conciencia colectiva. Un claro ejemplo de esto es la comunidad de Sardinal. Sardinal es como Fuenteovejuna señor.
He aprendido que no importa cuánta legislación escrita exista en un Estado a favor de los Derechos Humanos, si no existe voluntad política para respetar esos derechos, la violación es inminente o muy real. Un claro ejemplo de esto es la implementación de la Ley Nº 7600. Tal vez las personas con discapacidad tengan que vivir una espera forzada por otros 13 años más antes de que se de cumplimiento efectivo de a dicha ley.
He aprendido una vez más a seguir mi intuición, por encima de “lo que es más apropiado”, “lo que procede”, o “lo políticamente correcto”. La intuición es la primera forma de conocimiento humano, muy por encima de la razón. Un claro ejemplo de esto es el frustrado “Pequeño Manhattan”, el programa de vivienda para la clase media.

He aprendido que el trabajo en solitario es imposible, que hay que escoger a los mejores y que aún éstos siendo los mejores, muchos se quedarán en el camino. Los logros nunca son de una sola persona, a lo sumo, de dos. He contado con un equipo de apoyo como pocos funcionarios públicos tienen, las y los funcionarios de la Defensoría de los Habitantes.

He aprendido que la transparencia y la rendición de cuentas en la función pública son elementos indispensables para que el habitante confíe, crea en la institucionalidad, en la justicia, y en que sus derechos serán respetados. Por eso, esta Defensoría sigue ocupando el primer lugar de respeto y confianza entre los habitantes.
He aprendido mucho sobre el doble discurso de la clase gobernante en la Costa Rica de los últimos 39 años. Protegemos el ambiente, nos vendemos al exterior como un paraíso ambiental, creamos toda una legislación ambiental, que deslumbra y, sin embargo, es el Estado el principal violador de esa legislación, ya sea desde el gobierno central, o bien desde las municipalidades.
He aprendido que la equivocación está a la vuelta de la esquina. Que la improvisación y la falta de planificación sólo redunda en una factura muy alta que pagamos todos los y las habitantes.
He aprendido que cometemos errores pero lo que es difícil de justificar, es tropezarse dos veces con la misma piedra, pues le cuesta al habitante muy caro: se violan sus derechos.
He aprendido que un sistema político cuyo marco de trabajo no son los derechos humanos está lejos de ser justo, equitativo y no discriminante.

He aprendido que la justicia no siempre es justa. Que existe un deber de respetar la diversidad, en todos sus extremos y que, entre más intolerante y dogmática sea una persona, más insegura es, más amenazada se siente, y menos convencida está de esa realidad, que tanto defiende, esa defensa de la fidelidad a su propia versión de la realidad, a ultranza, sólo refleja el profundo miedo en el que vive.
He aprendido que muchos son los que se dicen “llamados”, los que se creen “pre-claros”, muchos los que se dicen ser dueños de la verdad, muchos son los que se visualizan dentro de su propia fantasía mesiánica, pero poco, muy pocos, son los limpios de corazón, los grandes de espíritu, los trabajadores por sus semejantes.
En fin, he aprendido mucho, mucho más de lo que nunca pensé. No puedo seguir en el recuento de lo aprendido, pero hoy, a unas cuantas semanas de terminar la gestión, vuelvo sobre mis pasos y retomo algunos pensamientos y sigo creyendo que hice lo correcto. He sido el horcón esquinero de muchas luchas, la flecha que apunta hacia el Norte, con los consecuentes granizos y rayería en la tormenta. Como Edith Piaf, no me arrepiento de nada.
No creo haber llegado aquí por mera casualidad. Me ha tocado como jerarca vivir junto con la institución y las y los habitantes una de las pruebas más duras para la Defensoría: El Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y República Dominicana, conocido como el TLC. El país dividido, las familias divididas, las presiones en su máximo, y la Defensoría configuró un equipo técnico a lo interno que estudió, que investigó, que analizó el TLC, para llegar a un pronunciamiento estrictamente técnico, que desde luego estaba imposibilitado de satisfacer a todos y cada uno de los intereses de los habitantes de la República. Yo decidí respetar ese criterio, no privaron cálculos políticos, no privaron cálculos de oportunidad, alguien tenía que decirlo.

Como jerarca, me informé, estudié, medité. En una de esas madrugadas, frente a los cientos de documentos, mientras terminaba de leer el criterio técnico sobre UPOV y comprendiendo cómo se estaba cambiando para siempre el paradigma milenario de la relación del hombre y del campesino con la tierra y sus semillas, surgió desde los más profundo la frase “Este TLC no tiene Alma”.
Comprendiendo el impacto que tendría nuestro informe, pedí luz a mi Dios, pedí sabiduría, y tomé una decisión. Asumo las consecuencias de esa decisión, celebro la independencia que tuvimos como institución y como jerarca para tomar esa decisión. El castigo por esa decisión: el aislamiento de los medios de comunicación por un tiempo largo, la atomización de nuestra legitimidad, y la descredibilidad por los sectores que se sintieron afectados, el ataque personal, la burla, la descalificación.

Lo que no comprenden los opositores es que les estoy profundamente agradecida, como persona, como mujer y como defensora. La oposición, trajo más fuerza en la convicción, más seguridad en la toma de desiciones, fortaleza al espíritu, alimento al alma. Más ganas de seguir trabajando.

De quienes compartieron el criterio, aprendí a recibir la solidaridad de los desconocidos, recordé la infinita capacidad que tiene el pueblo de organizarse espontáneamente, en este caso a través de los comités patrióticos, fenómeno sociológico nuevo en América Latina. Rescaté además, de mis pasadas clases de Historia y Geografía en la universidad, la figura de ese gran patriota que fue Juan Rafael Mora Porras, me inspiré en su ejemplo y volví a disfrutar, en todos sus extremos, de la Patriótica Costarricense, la preferida de mi madre, Ligia Tristán Soubrié:

“Costa Rica es mi patria querida,
vergel bello de aromas y flores
cuyo suelo de verdes colores
densos ramos de flores vertió.
A la sombra nací de tu palma,
tu sabana corrí siendo niño,
y por eso mi tierno cariño
cultivaste por siempre mejor.
Yo no envidio los goces de Europa,
la grandeza que en ella se encierra;
es mil veces más bella mi tierra
con su palma, su brisa y su sol.
La defiendo, la quiero la adoro,
y por ella mi vida daría,
siempre libre ostentando alegría
de sus hijos será la ilusión”.

Hasta mi madre, desde donde Dios la tenga hoy, me acompañó en los momentos más difíciles. Aprendí también que este puesto de jerarca, es solo, muy solo, y muchas, muchas veces tuve que poner “el ala fuerte y la mirada fiera” para poder enfrentar, como dice el poema de nuestro poeta Julián Marchena a quien tuve el honor de conocer siendo una niña de sexto grado.
En esta oportunidad, estoy presentando el cuarto y último informe del estado de los derechos humanos en el país, correspondiente a mi gestión. Hago un balance y estoy satisfecha con el trabajo. Deseo una vez más, que este informe reciba la atención de las señoras y señores diputados. Que lo tomen en cuenta a la hora de elaborar y discutir las nuevas leyes para la República. Que no sea tomado como: el examen que se revisa, con ojos de dónde se equivocó, o qué se puede sacar que no haya hecho, a qué no le puso suficiente atención o cómo hacemos para que repruebe.
Este informe requiere un diálogo franco, pausado, abierto, reflexivo sobre el estado de los derechos humanos en Costa Rica y… un compromiso político del Parlamento de no dejarlo pasar, de complementarlo, de enriquecerlo y de traducirlo en legislación para todos y todas.

 Los invito a este diálogo.
Me llevo conmigo la mirada de esperanza de todos y cada una y uno de los habitantes que pasaron por la institución.
Me llevo la humildad y la confianza de los habitantes cuando vinieron a pedir ayuda.
Me llevo las sonrisas y las miradas de comprensión del tema de los niños cuando se les dio el mensaje de derechos humanos con los títeres.
Me llevo las miradas de los adolescentes sorprendidos con el Proyecto de Teatro de Ibsen.
Me llevo la desnudez de los niños y niñas de Isla Caballo.
Me llevo la confianza de las personas, que vinieron a mí, abrieron su corazón y creyeron en la institución.
Me llevo las miradas de frustración de los habitantes cuando el resultado de su gestión no era el esperado.
Me llevo las miradas de satisfacción cuando fuimos exitosos en la gestión.
Me llevo los amigos y amigas nuevas se hice dentro y fuera de la institución.
Me llevo todo este aprendizaje, para servir mejor, donde mi Dios me lleve.
Me lo llevo todo.


Dejo con mucho respeto aquí, para la meditación del lector, un poema de Jorge de Bravo que he tratado de seguir al pie de la letra en estos cuatro años de mi gestión.
He sido una habitante en funciones de Defensora.

Ciudadana Lisbeth Quesada Tristán
Trajes
Hace mucho que usamos este mismo vestido
en la casa,
en la iglesia
y en el gobierno

Nos hemos habituado tanto a usarlos
que ahora nos da miedo
y no nos atrevemos a cambiarlo,
como si con el cambio
nos quedáramos muertos.
Ajustamos los pasos,
las costumbres, los credos,
el amor,
los pensamientos,
a la estrechez reseca de este traje
apolillado y viejo,
que empezó siendo objeto de servicio
y se nos ha trocado en carcelero
Yo digo, sin embargo, que en la vida
hay mucho traje fresco.
que debemos quemar este gangoche
donde ya no cabe el pensamiento.
lo importante es decir un día de todos:
-¡Al diablo este vestido polvoriento!
Y agarrarlo con cólera y rasgarlo
y quedarse desnudo en medio del viento
(Estando uno desnudo busca traje
aunque tenga que hacerlo
deshilándose
el cuerpo)
Lo importante es tirar este vestido,
encontrar uno nuevo
y no dejar jamás que se nos hunda
en la piel y los huesos,
porque entonces, amigos, deja de ser vestido
y se nos hace amo y carcelero.

Jorge de Bravo







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29 de Marzo
Conmemoración del aniversario 32 del Asesinato
De Monseñor Romero Mártir de América.

Le conté a mi amigo Felipe Rilova de Argentina que tenía que hablar sobre lo que yo  conocía de Monseñor Romero y él me respondió lo siguiente:
¡“Usted conoció a Romero! No puedo poner en palabras lo que despierta en mí el valor de ese hombre...lo quisiera vivo, se lo aseguro, aunque nunca lo haya visto de cerca, pero sus restos son intensamente fecundos, mientras que los restos de sus sicarios no son restos humanos sino escoria.”
•             No, yo no tuve la bendición de conocer personalmente a Monseñor Romero. En 1980 yo estudiaba medicina, mi prima hermana recién se había venido del El Salvador porque a su esposo un sacerdote Anglicano , había sido amenazado de muerte, y decidieron que ella saliera con los hijos. El se quedó.
•             Ella me contaba sobre la realidad salvadoreña, la represión, los asesinatos, los escuadrones de la muerte, y si  bien a mí se me paraba el pelo, yo nunca  ni  había vivido ni conocido nada  parecido. Los costarricenses no teníamos un patrón de referencia como este y muchas cosas sonaban casi como imposibles o exageradas. Cuando matan a Monseñor  Romero y se pasa por televisión su funeral, y todo lo que sucede, simplemente parecía tan difícil de creer que esto estuviera sucediendo tan cerca de Costa Rica.

•             Siendo Defensora de los Habitantes de la República de Costa Rica, me toco viajar repetidamente por Centroamérica en funciones de mi cargo. Recién asumida en el cargo, en el aeropuerto de El Salvador me compre un libro sobre Monseñor Romero, me pareció interesante. El libro de María López Vigil “Monseñor Romero, Piezas para un Retrato”.
  Algo sabía de él, por lo menos eso creía yo,   por lo que les conté anteriormente,  además de que siendo   estudiante  de medicina, y en la Universidad de Costa Rica, algo me llegaba de Monseñor Romero.
  Lo que yo no podía prever, lo que yo no sabía, cuando compre el libro, es que no sólo lo iba a devorar, y leer repetidamente,  sino, de la fuerte  impresión, de la huella que la vida de Monseñor dejaría en mí a partir de ese momento. Si la palabra  y el concepto existen: ¡Me hice Romerista! 
  En los subsiguientes viajes a El Salvador, de trabajo en la Defensoría,  salí a buscar y comprar las grabaciones  de  sus homilías, más libros, fotos, amigos suyos y ahora míos me contaron anécdotas.
Como médica paliativita, sabía del Hospitalito, y de cómo allí se recibían pacientes con cáncer en fase terminal y que algo de cuidados paliativos se hacía.

Pues hasta allá fui a escoriar!! Conocía  algunos médicos y a la Madre Julia en congresos de cuidados paliativos antes de ser Defensora,  así que aproveche mis visitas a El Salvador para escaparme al Hospitalito.
Desde que llegue me sentí en casa.  Además del cariñoso recibimiento que me hacían cada vez que iba a visitarlos.
  La  Madre Julia, monja, hoy  directora del Hospitalito, es la sucesora de la anterior madre a la que le toco el asesinato en la iglesia. Todavía hay monjas allí que lo conocieron.  Es el lugar donde   Monseñor vivió  sus últimos años y murió asesinado.  Estando en El Salvador  procuraba la  asistencia a misa  en la capilla donde ofició la última vez.

Cada vez que iba decía: “ Madre Julia, Madre Julia, déjeme estar un rato allí” Me refiero a que me abran su casita, y me dejen entrar y quedarme allí en meditación mucho rato… en humilde  y devota admiración, todo    cuando ya no es  hora de visita para los que llegan a  conocer.
 La madre Julia me complacía  y allí me quedaba yo en silencio, sintiendo su presencia, su sencillez de vida,  su fortaleza, su grandeza.
Gracias a la Madre  Julia, por la presencia real, y viva en mi vida, hoy, de Monseñor Romero. La Madre  sabe a qué me refiero

El asesino D’Aubuisson lo eliminó de la escena inmediata, para lanzarlo  por siempre y para siempre a la constelación de los héroes, los mártires y los que alumbran el camino de la humanidad.
Monseñor Romero no solo impacta a quien lo conoce, Monseñor Romero tiene poder transformador.

 Al   conocer su vida, su obra, su fe, su devoción, su compromiso con   su pueblo, uno de los más sufridos y más avasallados, más torturados de  siglo XX,  en esta América Latina tan llena de desigualdades, una  se hace pequeñita, una siente que el corazón se inflama de amor por su obra, una quiere  soñar con  aprender algo de su gigante figura, una aprende  a querer a El Salvador.

No tiene sentido, y no lo voy hacer  aquí,  que yo repita las cosas buenas de Monseñor, lo que hizo o dejo de hacer.
Que les cuente sobre  de cómo paso a ser un  sacerdote alineado con la oligarquía Salvadoreña como cientos y cientos a ser un sacerdote   UNO con su pueblo.

Monseñor Romero es una experiencia  personal, oír sus homilías, conocer su pensamiento es una experiencia mística
Una experiencia personal que nos obliga a vernos
Una experiencia personal que nos cuestionan la vida y  los valores…  quienes somos, que hacemos aquí,  a quién servimos y para donde vamos.
Una experiencia personal que  orienta a como vivir la vida propia dentro de un marco de cristiandad.
Una experiencia personal que nos  obliga como funcionarios públicos a denunciar, a no participar, a no tolerar, a no cerrar los ojos y optar por la vía de la mediocridad
En el libro de María López, se nos presenta, por los testimonios recogidos,  a un Monseñor  Romero en toda su dimensión humana.
 Tuvo miedo a la muerte,
 Tuvo miedo de enfrentarse al poder, dudo y dudo, pero su fe cristiana y su apego a la palabra del Señor lo hicieron enfrentarse a  la oligarquía salvadoreña, al ejercito, a los escuadrones de la muerte, a  sus colegas sacerdotes, al papa mismo cuando le pidió ayuda denunciando  el genocidio de su pueblo.
Qué fácil es acusarlo de que era un comunista,  un revoltoso  Es muy fácil tirar la piedra desde la academia, desde silla del poder, desde la mano en el rifle,  o desde  la institución más poderosa y rica en la tierra.
 Su fe cristiana lo sostuvo, y le marcó el camino que debía seguir cuando su misma iglesia--- nada  que no haya pasado antes y que desconozcamos--- lo abandonó.

Lejos  el abandono  de debilitarlo, lo fortaleció, exactamente como a Cristo. 

Quien vive y bebe el cristianismo  en su fuente original no puede ser ni indiferente, ni neutral,  ni puede dar la espalda al sufrimiento, a la  represión, al  hambre, a la  miseria, al asesinato en masa, al genocidio.
He querido yo también unirme a su homenaje, en el 32 aniversario de su asesinato, con este sencillo recordatorio de su vida.
Monseñor Romero:
Un ejemplo de vida a seguir, una inspiración diaria, un permanente recordatorio de nuestra finitud, de nuestro transitorio e ilusorio paso por el mundo,  de quienes somos, porque estamos  en el  planeta y del  profundo sentido  de la vida y la espiritualidad
Con una profunda y sentida admiración


Lisbeth Quesada Tristán
Ex Defensora de los Habitantes de la República
29 de Marzo, 2012
San José, Costa Rica

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Motivación para los Graduandos.

Me pidieron  compartir una experiencia de mi vida que estuviera llena de éxito y en 5 minutos. Cuando lo pensé muy bien, no encontré ninguna en forma aislada.
Por el contrario lo que encontré fue una  gran cantidad de acontecimientos todos encadenados, llenos de asertividad,  insistencia, fe,  fracasos, dolor, pasión,  persistencia, tolerancia, amor  y muchas cosas más.

Quise ser médico paliativista  por tres razones:
1-porque me morí por unos 7 minutos, y tuve una experiencia cercana a la muerte. 
2-porque viví la muerte de muchos pacientes  de cáncer con muchisisimo dolor, y nadie manejaba el dolor
3- y porque en mis manos cayó un libro- Sobre la Muerte y los Moribundos-  juntos estos tres acontecimientos   me hicieron la luz de lo que quería hacer en mi vida profesional y lo logré.
 Para eso tuve que dejar a mi esposo y mis dos hijos con él, la niña tenía 2 y medio años e irme con una beca Fullbright a Estados Unidos.
Traje los cuidados paliativos a Costa Rica en 1987 y nadie me dio pelota. No solo sonaba raro sino que sospechoso, esta mujer que quiere dedicarse a trabajar con las personas que se van a morir, debe tener varios tornillos flojos!!!!
 Sabía  que al regreso  tendría mucha oposición y la tuve!!! No se cambia un paradigma tan fácilmente. Sabía que habría cacería de brujas y la sufrí, y aún así no me eche para atrás. Sobreviví al chisme,   a la maledicencia, a la mediocridad,  “al dejar hacer  y al dejar pasar”. Y nunca me rendí, y cuando estaba por rendirme, la vida, la naturaleza, o Dios me abrían una ventana para que respirara y no me ahogará.

Hasta aquí hemos tocado algunos valores que los deben acompañar en sus vidas siempre:
Un sueño a cumplir, la capacidad de soñar!!!!No la pierdan!!!!
La persistencia, si lo quiero  lograra  voy a trabajar por eso!!!!
La pasión por lo que se ama y se quiere ser. Sin pasión no hay sueños!!!!
El no escuchar las voces de desaliento, los seres humanos también somos expertos en  desaliento y desmotivación
Les cuento que estuve por tirar la toalla:
Un año, no tuve con que pagar los aguinaldos de las personas que trabajaban conmigo en la Fundación pro Unidad de Cuidados paliativos del Hospital de Niños. La caja en esa época casi no  ayudaba en nada!!!

Salí al patio de mi casa y llena de dolor y frustración  me peleé con Dios… lo insulte, lo rete… le dije que si quería que yo siguiera  haciendo este trabajo, ahora con los niños y los adolescentes que se iban a morir, el tenía que darme los  insumos… que  estaba y me sentía atrapada, que no había salida, no tenía el dinero para pagar!!!!! / Que si no llega ese dinero… simplemente  me retiraba  de ese  trabajo y que EL viera que hacía!!!!

Una semana después, llego un señor mayor, sencillo, como el Dr. Chapetìn, con una bolsita de papel y dije que había retirado unos intereses de una platita que  tenía invertida y nos lo quería dejar para el trabajo con los niños…… saque el  talonario de recibos lista para escribir.  5ooo mil colones y cuál fue mi sorpresa!!!
 Un millón de colones donó el señor!!! Exactamente lo que yo necesitaba para pagar aguinaldos  ese año!!!!!
 Nunca más volví a desconfiar, nunca más deje de creer, nunca más volví a dudar, y se reforzó la idea y el sentimiento de que cuando se obra bien y cuando lo que hacemos es del agrado de Dios, el Universo entero se confabula  para darnos lo que necesitamos.
 Otro valor más que comparto con ustedes:
1- Que no les falta en su accionar, ni la ética, ni la rendición de cuentas, ni la transparencia ni la honestidad, mucho menos DIOS.
El universo entero tiende al equilibrio, si ustedes no dan, no reciben y si no  aprenden  a recibir, no van a poder   dar. Si hay justicia divina, créanme
Comprendamos: No hay entradas magistrales, tal vez solo el nacimiento,   ni salidas espectaculares con fuegos artificiales, como en las novelas o el cine. El “Deus ex maquina” de los griegos solo existe en las tragedias.
Lo que si hay, lo que sí es real,  es el esfuerzo, la oportunidad, la coherencia, la buena fe, la honestidad, y la conciencia  de que en la mayoría de las  veces nunca …. Ni vendrán las gracias  ni los agradecimientos. Si mucha satisfacción personal.  Para terminar dos cosas:
1- Esperaba yo en una fila de carros en una  salida de la autopista  a  Limón y vi como un árbol de Guayaba crecía allí en medio del asfalto, llena las hojas de hollín de los carros,  y tenía frutos….
Hay que ser como el árbol de guayaba,  hacer lo que uno tiene que hacer, a pesar de todo los obstáculos, de todas las fuerzas que trabajan en nuestra contra,  Nuestro Max Jiménez el pintor costarricense decía: “ Más obstáculos, más brinco”.
 Si  cada uno hiciera su trabajo, como lo sabe muy bien el árbol de Guayaba, tendríamos otro país. Felicidades a los graduandos, felicidades a sus padres, que  ha sido la columna, el horcón esquinero para ustedes  lleguen hoy  a donde han llegado.  Amar  a este país, quieran a Costa Rica,  aquí están sus raíces, ustedes pertenecen aquí, este es su lugar en el mundo.
 Y 2- Quiero terminar con esta canción que nos regalo John Lennon hace muchos años.
Imagine

Lisbeth Quesada Tristàn
13 de Abril, 2012

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